La percepción de riesgo aumentó con la pandemia, y se disparó la sensación de vulnerabilidad no solo respecto de la salud, sino también de los ingresos y del patrimonio. En ese contexto, instrumentos que den cierta previsibilidad a la economía familiar a mediano y largo plazo, entraron en la mira como nunca antes y la demanda de seguros de vida y de ahorro se multiplicó.
“La amenaza que significó el Covid-19 hizo evidente la necesidad de contar con coberturas que dieran una respuesta económica inmediata a las familias, en caso de que falleciera o se incapacitara el proveedor del ingreso principal. Las consultas aumentaron hasta un 40% respecto de épocas normales”, dice María Inés Guzzi presidente de AVIRA, la asociación que nuclea a las aseguradores de vida y retiro. “Por un lado se acercaron los que nunca contaron con un seguro y querían indagar el tema y por el otro quienes contando con cobertura apuntaban a acrecentar el monto”, aclara la ejecutiva.
“El mayor interés fue marcado”, resalta Santiago Bonfiglio, director de Producto y Desarrollo de Negocio de MetLife Argentina. “Si comparamos el tercer trimestre de 2020 con el primero, el incremento fue del 40 por ciento”.
En igual sentido, Irene Capusselli, gerente general de Orígenes Seguros, marca el crecimiento de la demanda. “Notamos una mejora en la demanda de los seguros de retiro tanto colectivos (contratados por las empresas para su personal) como individuales. La necesidad de mantener motivado al personal en el caso de las empresas y la de estar protegidos con un ahorro en el caso de los seguros de retiro individuales, fueron los principales disparadores de este cambio”, desgrana.
La pandemia, de algún modo, puso sobre la mesa un tema que en la Argentina tiene pocas raíces ya que los seguros para personas no tienen localmente el desarrollo y la penetración en la sociedad que tienen en mercados desarrollados. Así como nadie duda en que hay que asegurar el auto antes de salir a la calle (porque es obligatorio) son pocos aún los que toman dimensión de la importancia de cubrir las propias espaldas.
“Hay una pregunta que nunca nos queremos hacer a nosotros mismos que es: ‘¿a qué edad nos vamos a morir?’. Y esa pregunta puede tener varias respuestas, pero si me voy a morir en breve, seguramente dejaré muchas responsabilidades sin cumplir como la educación, salud y calidad de vida de mis hijos. Si tengo la expectativa de vivir mucho, llegará un momento donde no tendré la capacidad de generar más ingresos y deberé vivir de mis ahorros”, explica didáctico Gabriel Chaufan, presidente de BBVA Seguros y redondea: “Para estas ‘contingencias’ tan importantes de la vida, están los seguros de personas. Para prever el impacto económico de alguna de estas circunstancias cómo vivir poco, vivir mucho, pero como son contingencias, hay que ocuparse antes que estos eventos se produzcan, luego es tarde”.
“El foco del interés fue la protección. Los no clientes se interesaron y los clientes se preocuparon por repasar el alcance de sus coberturas”, dice Fabián Hilsenrat, gerente técnico y de producto de Binaria Seguros.
Los seguros de vida, vida con ahorro y retiro sirven para planificar todas esas contingencias. El más clásico, el seguro de vida puro cubre, por el monto contratado en la póliza ante la muerte o incapacidad permanente de quien lo contrató. Los beneficiarios son, en general, cónyuge e hijos.
A esto la mayoría de las empresas de seguros le suman la posibilidad de ahorro y capitalización. Es decir que de no producirse el siniestro, al cabo de una cantidad de años preestablecida, el titular de la póliza recibirá el capital acumulado más los intereses generados.
Por último, están los seguros de retiro, que son un plan de ahorro a largo plazo con la finalidad principal de complementar el haber jubilatorio. Estos productos tienen también posibilidad de retiros parciales adelantados ante necesidades puntuales.
Los seguros de retiro son, en la mayoría de las compañías que los comercializan un producto flexible. Es una herramienta que sirve para ser metódico en el ahorro (por débito, por ejemplo) y llegado el caso disponer de ese dinero de modo anticipado.
Menos impuestos
Los incentivos fiscales también pesan en la balanza. Desde el año pasado las deducciones de Ganancias que pueden hacer quienes contratan seguros de vida y de retiro se vienen actualizando y son un motivo más para decidirse.
“En 2021, cada persona podrá deducir de su base imponible hasta $24.000 de sus aportes a los seguros de vida con ahorro, de pura protección y a los seguros de retiro. Esta deducción es por cada uno de estos productos por lo que si alguien aporta el máximo deducible en sendas pólizas, su deducción de la base imponible será de $72.000 para el corriente año”, detalla Hilsenrat de Binaria .
“Las deducciones influyen de manera positiva. Las deducciones impositivas son un componente importante de la estrategia de desarrollo del mercado de protección y ahorro a largo plazo. Favorecen el primer paso en la decisión que exploran los individuos y las empresas”, aporta Bonfiglio de MetLife y suma que otro incentivo clave para las personas es la rapidez en los tiempos de cobro de los seguros que con la digitalización se aceleraron redujeron 70 por ciento.
“Los seguros de personas significan resignar consumo actual para consumir en el futuro (los seguros de retiro) o para que consuma mi grupo familiar (los seguros de vida); y eso es difícil debido a barreras psicológicas que nos traban al momento de ahorrar”, explica Chaufan y hace hincapié en el aporte que los incentivos fiscales hacen para de algún modo bajar esas barreras. “La experiencia demuestra que en muchos países del mundo (Europa, Estados Unidos, Chile, Brasil por nombrar algunos) los incentivos funcionan y generan un mercado de seguros de personas muy grande, armando una red de contención social muy importante y aliviando al Estado en ese rol”.
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